Las corridas de toros, tan tradicionales y arraigadas en la cultura española, siempre son motivo de polémica. Basta recorrer un poco la web para encontrar foros, debates, opiniones diversas:
- “Entiendo que sea parte de la cultura, pero no me gusta que se disfrute con el padecimiento y muerte de un ser vivo”;
- “Me parece absurdo que la gente pierda tiempo con este tema”;
- “Cómo es posible que hagan pasar al animal por un proceso de aturdecimiento, para que así el torero pueda herirlo de una manera brutal”
Si bien se siguen practicando en otros países de Latinoamérica, como México y Colombia, en Argentina las corridas de toros clásicas fueron prohibidas definitivamente con la Ley 2786, del año 1891. Solo una perduró: el Toreo de la Vincha, que se celebra cada 15 de agosto, en Casabindo. Este antiquísimo pueblo de 200 habitantes está en la Puna jujeña, al Noroeste de Argentina. Y durante la celebración, es visitado por más de 4000 personas.
El Toreo de la Vincha es el único espectáculo taurino que puede verse hoy en el país, y en el cual –orgullosamente para muchos– no se lastima al toro: solo se trata de quitarle una vincha con monedas de plata que lleva en su cornamenta. La celebración se hace en honor a la Asunción de la Virgen María y en memoria del indio Tabarcachi, que murió humillado por los conquistadores, durante la época de la colonia. Por eso, en el Toreo de la Vincha se mezclan las tradiciones españolas e indígenas.
Todo comienza el día anterior, cuando se acercan las bandas de sikuris de toda la región, más los turistas y vecinos que quieren participar de la celebración. A la mañana siguiente, se realiza una misa y la imagen de la Virgen es llevada en procesión por el pueblo, mientras se realizan diferentes danzas de origen prehispánico, con bailarines disfrazados con máscaras de caballos, otros con plumas y cascabeles en los tobillos.
Por la tarde, se realiza el toreo propiamente dicho: los toreros suelen ser muchachos del pueblo, sin más armas que el coraje y sin más vestimenta que la suya, de todos los días. Los toritos jóvenes, atentos y briosos, son azuzados con un poncho rojo. Y el torero que consiga la vincha, se lo ofrecerá a la Virgen, con la esperanza de tener un buen año.
Cuando cae el sol, y los visitantes ya se han retirado, los pobladores de Casabindo inician su ritual íntimo: la corpachada, en el cual le rinden homenaje a la Pachamama, la Madre Naturaleza, que todo lo da y todo lo quita.
Para ver y saber más sobre el Toreo de la Vincha, te recomiendo que veas estas imágenes:
Vídeo del Diario El Tribuno de Jujuy | Informe para la TV Azteca